Mientras que Windows acapara sobre el 80% de la cuota de mercado mundial, a Linux le cuesta llegar a más del 2%. Pero, ¿por qué? Porque sencillamente Windows viene instalado en la inmensa mayoría de los ordenadores y es abrir y listo. Pero si quieres tener Linux, tienes que elegir una distribución, descargarla, instalarla y tener suerte con el hardware. O buscar algún ordenador extraviado que marcas como HP venden con Linux. Pero no precisamente baratos, y la oferta no es muy amplia. Es el mismo motivo por el que Chrome triunfa: está instalado en (casi) todos los teléfonos Android, que no son pocos.

Si nunca has probado Linux, debes hacerlo. No te va a costar nada. El software es totalmente gratuito. Podrás personalizarlo hasta que se te acaben las ideas. Obtendrás un ordenador más fluido y que gasta menos recursos, y si no te gusta la idea, pruébalo en un pendrive. Puedes instalar Linux en una memoria USB y probarlo tranquilamente. Si te gusta, lo instalas; si no, lo borras. Hasta que no lo intentes, no sabrás si te gusta.

Si tienes algún problema con tu ordenador con Windows, es el momento perfecto para cambiar de sistema operativo.