Cuando se suspendieron las clases presenciales a mediados de marzo, muchos profesores se encontraron con que debían dar las clases a distancia pero no contaban con los medios necesarios para ello. Para solucionar el problema algunos optaron por recurrir a herramientas de terceros, como Classroom. La Junta habilitó un nuevo servicio de Moodle para poder impartir las clases virtuales. Lo hizo de manera improvisada, teniendo que escalar la plataforma de modo que cada provincia tuviera una plataforma diferente, para poder gestionar la carga de trabajo de todos los centros.

Nueva plataforma, ¿y ahora qué?

Básicamente nada. Los profesores ya se habían adaptado a los otros servicios (o al antiguo método de correo electrónico para allá y para acá) y permanecieron en ellos. Como estudiante, ninguno de los profesores que me daban clases la utilizó, teniendo constancia de que existía. Desde luego esto no es nada positivo. Si no aprovechan los recursos disponibles, probablemente sean eliminados en el futuro por falta de uso.